Depósitos de Santa Isabel: Patrimonio sumergido.

¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde sale al agua que llega hasta el grifo de nuestras casas?

Este fin de semana hemos podido responder a esta pregunta y es que tuvimos el placer de disfrutar de una visita a un lugar cuanto menos especial, se trata de los Depósitos de Santa Isabel. En estos depósitos se almacena el agua que abastece al 20% de la población de Almería capital (zona centro y Pescadería), y este año se han abierto al público por primera vez en su historia, con motivo de la celebración del 25 aniversario de Aqualia (empresa concesionaria de la gestión del agua de la ciudad) y coincidiendo además con el vaciado de los mismos para realizar las labores de limpieza, que se hacen cada cinco años.

Según nos contó el guía durante la visita, los depósitos se construyeron en el año 1888,  siendo necesaria la mejora de la red de abastecimiento de agua puesto que la ciudad estaba experimentando uno de los crecimientos más importantes de su historia.  Se trata de una joya arquitectónica que emula a los aljibes árabes con techos abovedados y varias filas de arcos, cada bóveda tiene un respiradero para evitar que se condense el agua en el techo.

Lo primero que nos sorprendió fue su ubicación, creo que he pasado por esa calle cientos de veces y nunca me había fijado en que allí se encontraban esas instalaciones (creo que no le había prestado atención). El acceso está en la Calle Santa Isabel, primero hay que entrar a una zona desde la que se puede ver la parte de arriba del depósito (el terrao) y al propio depósito se accede bajando una escalera que no entraña demasiada dificultad. Según nos contaban por esta escalera baja la tubería que abastece al depósito y que han retirado para poder facilitar la entrada, además también se ha instalado un sistema de iluminación que se retirará una vez finalicen las visitas.

Al principio dudamos si la visita sería apropiada para los niños, pero al ser grupos reducidos y de corta duración, nos animamos a ir, y la verdad que fue todo un acierto. El peque no entiende aún muchas cosas y se quedó con que habíamos visitado una cueva, pero el mayor ya va mostrando interés por algunos temas y no se podía creer que eso pudiese llenarse entero de agua,  a lo que preguntó que de dónde salía el agua para llenarlo. Pues el agua sale en un 80% de los sondeos que hay en el Poniente Almeriense y un 20% de la desaladora.

También nos llamó mucho la atención las pequeñas formaciones redondeadas que recubren las columnas de los arcos;  el agua tiene una gran  cantidad de sales y minerales en suspensión (lo que siempre se ha conocido como cal), y tras muchos años almacenando agua en su interior estas micropartículas se van depositando y formando estas curiosas bolitas que quedan adheridas a la pared.

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Tras las explicaciones del guía tuvimos tiempo libre para poder ver con más detalle las instalaciones y hacer las fotos de rigor, sabiendo que en unos días volverá a llenarse de agua y hasta dentro de mucho tiempo no se podrá volver a visitar.

Agradecer al Ayuntamiento de Almería y a Aqualia la iniciativa gracias a la cual los almerienses y visitantes hemos podido disfrutar de este patrimonio arquitectónico que no se ve, pero forma parte de la historia de la ciudad.

@rmoratalla

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